Dos “seres” que no se encontraron en el tiempo, es decir, se enamoraron, sintieron lo mismo el uno por el otro pero nunca en el mismo momento. Él es Canadá y ella Sierra. Él narra la historia. Hubo un tiempo en que era un robot, pero algo falló. Ella es fría. De metal. Él, un segundón como el país del que toma nombre, siempre detrás del todopoderoso Estados Unidos.
Él aprovecha y, de paso, le canta a tantos otros que estuvieron o que están a la sombra y que como él llegaron tarde o perdieron algo. Mira a su alrededor. La realidad duele demasiado. Mejor buscar refugio en la ciencia-ficción, en libros de Asimov o Philip K. Dick, por ejemplo. Y así, de repente, por una mutación, la que es un robot es Sierra. Sí, sí… Hubo un tiempo en que las cosas fueron al revés: él era el robot y ella, la humana. Lástima de asincronía.